sábado, 1 de julio de 2017

Eso. Primer acto: El incidente

—¿Qué vas a hacer? —ella me preguntó mientras una bocanada espesa de humo abandonaba su boca.

—Son las tres de la mañana y el domingo hace rato que acabó —respondí mientras observaba sus pupilas que brillaban bajo la luz de la farola. Tenía mirada de acantilado y yo acababa de romper contra él.

Luego su móvil sonaba una y otra vez. Llamadas que ella no quiso responder. Entonces visualicé a un náufrago adentrándose perdido en el mar, confundiéndose sus gritos con el rugir violento de las olas. Me compadecí de él.

—Soy un desastre —ella apuntó mirándome de nuevo a los ojos— y tú eres un peligro. Me gustas.

Yo tragué saliva. Hacía rato que no hablaba. Hay noches que amenazan ser canción.

—Ya hablamos —al final dije. La besé y me fui.

Ya en el taxi, el conductor me comentó que no se recordaba una noche tan fría en aquel invierno de Madrid. 


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