domingo, 15 de enero de 2017

La felicidad

Conocí a un hombre junto al malecón de Cienfuegos que poseía la sonrisa más amplia que jamás había visto. A la hora del atardecer miraba hacia el horizonte y todo él sonreía. Difícil no pararme a saludarle. Y así comenzamos a charlar. Tras un inicio con las trivialidades propias y a la vez tan necesarias, finalmente me habló del secreto de su felicidad.

Una noche de luna llena de hacía ya unos cuantos años, por una razón que no quiso revelarme y junto a ese mismo malecón, le fue concedido un deseo. Podía elegir lo que quisiera, sin importar lo increible e inalcanzable que le pudiera resultar.

Me confesó que al principio pensó en el equilibrio, la lucidez y en la paz interior. Por ahí rondaría su decisión. Lo veía claro. Poco antes de comunicar su deseo decidió compartirlo con un buen amigo, quien le tachó de poco ambicioso, que un deseo concedido debería satisfacer un hito más elevado. El caso es que él se dejó doblegar por aquellos consejos y sin pensarlo demasiado eligió la felicidad. Ser feliz en todo momento. ¿Acaso podría existir algo mejor que eso?

Desde el principio sintió que había acertado. Siempre estaba sonriendo exhultante y una sensación de felicidad completa le embargaba. Esto hacía que aún atrajera más a la gente, como si un potente imán portara. También hacía que, por otra parte, nunca le faltaran palmeros a su dicha permanente. Al poco conoció a la que luego fue su mujer, de quien se enamoró profundamente. Y fue así como, en poco tiempo, toda su vida se había convertido en una permanente celebración de júbilo y de buenas noticias.

Pero llegó el día en que su viejo padre cayó enfermo y tras una larga enfermedad acabó muriendo. Él siguió feliz. Lo mismo ocurrió cuando su mejor amigo perdió su trabajo y pasó grandes dificultades. Y tampoco ni un ápice cambió su exhultante felicidad cuando su mujer, harta de tanta falta de empatía, decidiera abandonarle. Antes de despedirnos me comentó que ahora la gente le conoce por "el loco de Cienfuegos". Lo cierto es que nunca una felicidad me pudo producir tanta tristeza.


1 comentario:

  1. Me sigues sorprendiendo ( gratamente por cierto). Un relato que he disfrutado leyéndolo.

    Besines

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